mis puntos suspensivos


Estoy segura que antes o después mi mejor amiga me lo va a preguntar. Como es observadora al tiempo que prudente, no tardará mucho en plantearme sus dudas de forma sencilla y directa. Por eso quiero estar preparada para no mostrarme ni sorprendida ni sobrada cuando me pida que le explique lo de mis puntos suspensivos.
Desde hace varios años los uso de vez en cuando, de forma inconsciente o con conocimiento de causa. Estos dos, tres, cuatro o más puntos que añado según el instante y el lugar, cubren más de una circunstancia e incluso completan lo que acompañan. A veces, de la misma manera que existen silencios que dicen lo que las palabras no alcanzan, esos espacios separados por puntos también quieren aportar escenarios e incluso sentimientos.
Algunos quieren describir una imagen en la que estoy columpiándome en un neumático vacío colgado de ese árbol que tanto conozco, rodeada de un silencio roto por algún pájaro madrugador, el viento cosquilleándome los pómulos y las finas ramas de los pinos rozando mis brazos y mis piernas al pasar, un buen momento. Otros cuentan una historia feliz de amores eternos y de promesas para dos y para siempre.
Con los que quiero invitar a quien me lea a tomarse un respiro, ofrezco un tiempo de descanso para la reflexión.
En otros casos, no me puedo reprimir y me salen como gritos de impotencia ante lo que no puedo cambiar.
Hasta un día los usé como una despedida con retorno.
Me gustan más cuando son muchos y cuando se parecen a las rosas que me hace mi ángel, unas rosas de piel de tomate con las que me hace sonreír y me aprieta el corazón.
Son así, sin saber desde cuándo, estos dos, tres, cuatro o muchos puntos, colocados a mi antojo y casi sin poder controlarlos, cada uno con su propio sentido, dependiendo del día o de lo mullida que esté la alfombra.
Los hay también con dedicatoria, como unos que dediqué a mi amiga, recordando los momentos en los que juntas tomábamos el sol en la playa a media tarde, riéndonos de cualquier cosa que se nos ocurría, sin tiempo y sin prisas.
...
Ésta puede ser mi forma de hacer la línea recta, llenando mis propios espacios con sus puntos, de conseguir organizar todo lo vivido en mi cabeza intentando encauzar el camino a seguir.

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