AMOR, a m o r , AMOR, amor, amor, AMOR, …
¡Silencio…!
Silencio que
sigue al amor en silencio, avanzando, revisando lo avanzado, pisando fuerte,
deslizándose por el sendero recién regado.
Fuera, tierra
mojada, sólo el sordo sonido sonoro mientras olemos a la hora de la siesta, las azules gotas de lluvia
fresca de los últimos días del verano.
Mi silencio
es de azúcar, lo sé porque sabes que te engaño y te sigo hablando en mi
pensamiento.
Tu silencio y
el mío se miran y se sonríen satisfechos. “!Te encontré!”, “¡Me encontraste!”,
en dos segundos vuelvo a cerrar y abrir los ojos y así te digo eso y más sin
rozarte siquiera.
Tú callas, yo
callo. Te miro y remiro. Me doy la vuelta y mi espalda se apoya en la tuya. Me
coge tu mano y así, como siempre, me quedo dormida para seguir soñando contigo.
Sí, en el
silencio también estamos, sin interferencias, un descanso para repensarnos,
para valorar lo que tenemos, para dedicarnos a entrelazar lo vivido.
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