¡¿creo en las princesas?!, me dice Pablo

En el campo, mirando hacia mi ordenado horizonte repleto de olivos, intento descubrir la solución a un nuevo enigma, como lo de si fue antes el huevo o la gallina, ¿me gustan los olivos ahora porque soy como soy o soy como soy porque me gustan los olivos?

Cada vez que subo las escaleras de mi casa, antes de subir o bajar tengo una parada obligada, el cuadro de olivos que me gusta tanto y que me interroga con la misma pregunta, ¿me gusta el cuadro de olivos porque soy como soy o soy como soy porque tengo este cuadro de olivos?

El orden simétrico de un árbol tras otro, uno al lado de cada uno, cerca de otro igual o parecido a sí mismo, me envuelve de nuevo en otro de mis bucles de ensueño, ¿sueño por que soy como soy o soy como soy porque sueño?

Te veo mirándome, sonriente y satisfecho de oírme casi sin escucharme, estudiando mis gestos, mi sonrisa, siguiendo mis manos con tus ojos, lo que soy, porque tú sí que has sabido verme así, como tú has querido que sea.

Me dices, ¡¿creo en las princesas?!, yo sé que tu lo crees y que lo que me preguntas es si realmente yo lo creo.

En el fondo, lo que sé es que tú quieres que yo me sienta como tú me ves, porque me ves flotar entre tules, porque me has visto hasta dónde puedo llegar incluso antes de que yo misma supiera los caminos hacia donde dirigir mis pasos.

Hace unos meses, disfrutando de tu último catálogo porque sin creerlo sabía que tus manos ya no me darían más… encontré un retrato de alguien que fui y que no recordaba, seguramente porque nunca imaginé que pudiera serlo. Mi respuesta fue rápida en ese momento, ¡no era ni Tania ni era bailarina!, pero ahora ya he entendido que aquella era lo que tú viste de mí hace más de veinte años.

Y de esto se trataba, de que a lo largo de nuestros tiempos, trenzando todos aquellos hilos que nos han unido, con los que nos hemos sujetado a conciencia, te quedaras enredado en mi interior.

Por eso, no te pienso echar de menos porque te siento conmigo, formando parte de mis vivencias, de mi propio crecimiento, recordando tu sensibilidad, tu delicadeza y hasta tu brusquedad cuando con tu fuerza querías movernos más deprisa de lo que esperábamos.
Aunque hayas abandonado aquí lo que te retenía, sigues en el mismo sitio, conmigo, igual como espero quedarme con alguien cuando me tenga que marchar.


1 comentario:

karmucaycuquino dijo...

me encanta esta reflexión del cuadro de olivos.
feliz fin de semana desde blog que te invito a visitar si te gusta la decoración y las fotos bonitas.
http://karmucaycuquino.blogspot.com/