Me pinté las uñas de azul.
Entrelacé mis manos y entre ellas construí un pequeño nido de algodón, haciéndolas revolotear todas las tardes cuando amainaba el viento.
De una pequeña semilla -que creí de comino tostado por su envolvente y dulce aroma- con paciencia y sin apretar, vi crecer tus alas. Cuando, una vez abiertas, me ofreciste tus lilas y tus rosas, desplegué dos de los dedos para que me acariciaras y me hicieras cosquillas.
El impulso del revoloteo me ayudó a levantar más y más los brazos hasta dejar posarte en mis palmas abiertas... para que, casi sin darme cuenta, nos convirtiéramos completamente en dos.
Quieta te miré, en silencio me sonreíste y me guiñaste un ojo. Se me fue el susto y te volví a levantar para que rozaras el cielo.
Comenzaste a volar sola, feliz, ligera y con el corazón caliente.
2 comentarios:
bonito...
un saludo desde
http://karmucaycuquino.blogspot.com.
mariposa del aire vuela, vuela vuela
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