como llamarse...

De pequeña, llamarse Vicenta realmente no era algo que me gustara mucho , a decir verdad no me hacía ninguna gracia. Muestra de ello es que cuando comencé a practicar la manera de firmar, a los 9 ó 10 años, siempre intentaba disimularlo un poco y opté por sustituirlo por una simple "v".
Con la pasión de la adolescencia y el entusiasmo de querer hacerlo todo de forma auténtica, singular, coincidiendo con los cursos de instituto, me gustó la idea de abreviarlo a "vita", del latinazo vita- vitae, sobre todo por lo estimulante que suponía hacer corresponder su significado con una de las etapas de mi vida más intensas pero que, con sinceridad lo digo, no volvería a retomar jamás si eso fuera posible.
Y así quedó mi firma, como Vita Tortosa, un juego de juventud que me llena de fuerza y me hace consciente de que las inquietudes de una persona suelen retomarse con los años.
Ahora, con el tiempo pasado, he descubierto que un nombre es más que eso. Ya no me disgusta en absoluto que me llamaran como mi abuela paterna, exactamente por ella misma. Mi abuela fue valiente, vencedora a su manera de todo lo que le tocó afrontar, firme en sus convicciones hasta que agotó el último suspiro a sus noventa y cuatro años.
Cuando la recuerdo... me digo "ojalá me haya dejado un poco de su alma".

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