Veía perfectamente a través del transparente recogimiento
que me embargaba.
Sentía, sí, pero no era real.
Cada brillo que me cegaba, cada contraste que producía la luz, sólo conseguía distorsionar más esos largos días lánguidos y
sinuosos.
Recogida como estaba, flexionadas un poco las rodillas e
imaginándome que acurrucada me mecían un poco… todo estaba blandito y voluble,
en leve movimiento constante e incierto.
Sabía que mis manos podían atravesar aquella gelatinosa
pantalla. Sin embargo, no me atrevía a mover los dedos, a tocar el aire.
Estaba en un punto muerto, sin consumir ni desprender energía
por nada.
Entonces… te conocí y en seguida comenzamos a crear todo lo
nuestro, sin descanso ni indiferencia.
¿Quién me mecería si tú no estuvieras?, ¿quién me empujaría
a tocar el aire?, ¿quién me ayudaría a respirar de nuevo?
…
Me gusta tomar postre de gelatina de fresa, comerme el
mundo, nuestro mundo, rozar tu mano, contigo cerrar unos segundos los ojos
después de mirarte y abrirme paso a través de la mirada en tus pensamientos, que
aunque no sean los míos, de verdad mi amor, ya no me importa.
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